¡NO SIRVES PARA NADA!. Crónica cadetes

Tasman Rugby Boadilla - 50

XV Sanse Scrum Leblon - 0


21 de Octubre de 2012

 

Crónica de José  Miguel Gonzalez Aguilera

 

En otros tiempos se daba comúnmente una situación de padres severos que mirándote a los ojos y moviendo la cabeza decían “hijo mío no sirves para nada”. Los hijos inmóviles en casa tenían su mente en la vida que les explotaba ante los ojos y los padres, como siempre, ponían la suya al servicio de que se integraran cuanto antes en el dulce sueño de la sociedad burguesa. En aquellos años este conflicto de padres e hijos se definió, un poco de forma humorística, como la angustia vital. Pero su origen verdadero venía de una corriente filosófica llamada el existencialismo. Su creador fue un filósofo francés llamado Sartre. Siguiendo a este señor el inmovilismo de los hijos era rebeldía ante la placidez de la vida, buscaban su responsabilidad personal sin soportes económicos, políticos o religiosos. Deseaban tomar decisiones por sí mismos, por el simple hecho de ser moralmente necesarias. La angustia era que se había puesto de manifiesto una elección, ser uno mismo o dejarse llevar al dictado de la sociedad establecida. En la máxima expresión de la libertad, estaban condenados a ser libres.

Todo lo contrario del futuro que quizás nos espere. Como en un revivido Matrix viviremos una realidad virtual que nos esclavizará al mantener nuestras mentes conectadas a múltiples aparatos tecnológicos. Seremos hombres sin capacidad de decidir.

La grandeza del hombre es que es finito en un mundo infinito, pequeño en un mundo inmenso, que le angustia la injusticia y el dolor, pero  también la grandeza del hombre es que aún le queden fuerzas para rebelarse de lo que intentan hacer de él. Porque como decía el propio Sartre cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él.

Desde que nacemos nos van inculcando ideas como si fuéramos una esponja que absorbe todo cuanto nos dicen. Palabras y palabras. Cuando empezamos a hablar repetimos las palabras que nos dijeron.

Alguna vez tendremos que decir una palabra nuestra. Una acción nuestra, una decisión nuestra. Propia, personal, intransferible.  

Decir nuestra última palabra. ¡No quiero!

La grandeza del deporte y en particular del rugby es que esa realidad virtual desaparece. Ahora no estamos jugando con la Play. No apretamos la tecla roja o verde y el jugador salta, corre hacia adelante o placa. Somos nosotros mismos los que debemos actuar y tomar decisiones. No tenemos los amigos en el smartphone, conectados en el Whatsapp, están en el campo esperándonos, sudando, deseando golpearnos para derribarnos y los tenemos que enfrentar.  El deporte y rugby nos ponen delante del conflicto. Luchar o dejarme vencer.

Antes del partido contra Tasman Boadilla ya lo habíamos perdido.  Nuestras propias preguntas eran afirmaciones negativas. Nuestros propios miedos nos habían condicionado… nos van a meter la tira, llevan jugando desde jabatos juntos, son muy fuertes, el año pasado quedaron en categoría de oro, etc.

Somos lo que elegimos ser. Y el domingo elegimos ser perdedores. En términos de rugby no hicimos con nosotros los que nos habían enseñado ser. Lo que nos han enseñado ser nuestros entrenadores. Campeones y jugadores que no se rinden fácilmente. El ejemplo lo vimos el sábado. Ante un equipo superior físicamente, nuestros seniors, eligieron no perder. Toda la segunda parte la sufrieron en su campo. Placando como chacales. Sin dejarles pasar bajo ningún concepto. Al final todos acabaron magullados pero afirmados en su elección. Satisfechos.

Sin embargo nosotros fuimos vapuleados por un rival, mejor que nosotros, sin duda, pero no para hacer las cosas tan mal como nos salieron. No dijimos nuestra última palabra, la dijeron ellos.

Ocho ensayos en contra. Cuatro de ellos tras perder una melé, dos por superioridad en los rucks y otros dos tras pérdida en la touche.  Sin contar que ganamos muy pocos rucks durante todo el partido, que perdimos las melés tanto las de introducción propia como las introducidas por ellos. Y en las touches, nos adivinaron la forma de lanzarlas, y solo les quedaba esperar para robárnoslas casi todas.

Una laxitud se apoderó de nosotros. Una falta de coraje que nos hacía parecer una hoja a merced del viento. O a merced del equipo contrario. Un partido donde no éramos nosotros mismos, donde parecíamos dormidos, donde no pasó nada, donde nos deslizamos por el campo como por la pendiente suave de una noche de sueño.  Parecimos mucho peor de lo que somos.

Pero no todo está perdido. Queda recuperar nuestro juego del fin de la temporada pasada. Queda olvidar los festines que nos dimos a costa de Getafe y Quijote y volver a enfrentar los partidos con decisión. Con la libertad de decidir el curso del partido, sin dejar que los contrarios sean los que pongan el resultado.  Sabiendo a quienes representamos y quienes somos. Queda mucha liga. Volvamos a los entrenamientos, apoyemos al compañero, seamos un equipo, levantemos el ánimo.

“Hijo mío, ¡no sirves para nada!” estaría tentado a gritar un adulto. En cambio esta crónica quiere ofrecer un espacio para la reflexión. Para la rebeldía. Para gente joven que se tiene que rebelar ante el entorno. No importa que los contrarios lleven jugando seis o siete años y nosotros uno o dos. Lo que importa es lo que hagamos en el campo. Lo que importa es que somos libres para elegir no perder.  

ALINEACIONES: Mao, Cuco, Almagro; Franz, Mateo; Neymar, Miguel, Oso; Josito; Nacho; Jiménez, Diego, Ruso, Cristo, y Guille.

Cambio: Rodri por Cristo.

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Comentarios: 6
  • #1

    Carmen (miércoles, 24 octubre 2012 08:54)

    Una crónica muy educativa, por un lado me da pena de la paliza que nos dieron, pero por otro me alegro, nuestro cadetes estaban subiditos por los partidos anteriores. DE LOS ERRORES SE APRENDE. Ahora nos toca APRENDER, HACER EQUIPO Y COMPROMETERNOS.

  • #2

    Miguel (miércoles, 24 octubre 2012 09:58)

    Siempre recomiendo a nuestros chicos leer, pero especialmente les recomiendo leer la crónica de Gustavo sobre el partido de las chicas. Aprenderan mucho.

  • #3

    Pilo (miércoles, 24 octubre 2012 13:44)

    Me gustado el contexto, como bien dice Miguel un partido se empieza a ganar o perder desde la finalizacion del anterior, nadie se levanta un sabado o domingo para perder, nadie deberia sentir la derrota sin que se saque de centro, aprender de esta valiosa leccion para seguir creciendo, sois el orgullo y el futuro del club!!!!

    Un abrazo!!!

  • #4

    Willy (miércoles, 24 octubre 2012 17:19)

    BRAVO!!!!! Se puede decir más alto pero nunca más claro, chicos he visto mucha mucha calidad en vosotros para este deporte, pero sin entrenamiento, sin espíritu de equipo, sin compromiso y sobre todo sin una actitud positiva, no llegaremos a nada. Ahora es cuando tenéis que demostrar que sois un equipo, los verdaderos equipos se ven en las derrotas, como hacen piña para sacar un proyecto común adelante.

    Enhorabuena Miguel una crónica muy acertada.

  • #5

    Sandra (miércoles, 24 octubre 2012 22:18)

    ''Parecimos mucho peor de lo que somos.'' ''Somos lo que elegimos ser.''
    Dos frases que se han grabado en mi cabeza.
    Gran crónica como siempre,aunque no lo parezca yo también me leo las crónicas.

  • #6

    Mar & Enrique (martes, 30 octubre 2012 21:44)

    Creo que esta derrota debería de servir a los chicos de aprendizaje. Uno debe de salir al campo con la cabeza bien alta (aún sabiendo que el equipo contrario pueda ser mejor), y darlo todo, aunque se pierdan partidos uno debe de finalizar con la sensación de que se dió todo en el campo y hacer una piña con el equipo. Una crónica muy acertada Miguel (como siempre).
    Animo chicos sois muy buenos, pero vosotros sois los que tenéis que creerlo.